viernes, 7 de febrero de 2014

La mágica humanidad #UVMReynosa #EscenariosTec

El día de hoy, en la Sala de Juicios Orales de la UVM Reynosa, tuve la oportunidad de participar junto con 17 colaboradores de nuestro campus, en una conferencia relativa a cómo generar empresas de clase mundial.

Dentro de la charla -amena por cierto-, se nos fueron compartiendo conceptos que en principio conocemos, pero ante la vorágine informativa que padecemos, tendemos a desdeñar o a dejar almacenados en algún rincón de nuestro cerebro, esperando una mejor ocasión para usarlos.

Se nos hacía reflexionar sobre la cultura nacional, que se ha ido permeando de la corrupción, la violencia, la deshonestidad y la pereza, y que de alguna manera terminamos por aceptar dicho esquema cultural. Si bien no siendo partícipes en acción, si quizá por omisión, o al menos -como lo indicaba- por acostumbrarnos a que éste es el mundo y en él nos tocó vivir.

En un mundo precisamente hipercomunicado y altamente tecnológico, realmente hemos descuidado el factor humano. Quienes han generado los cambios en el mundo y los progresos en la tecnología son personas, seres de carne y  hueso que decidieron que no habrían de acostumbrarse, que estando inconformes con su yo y su circunstancia, y se decidieron a transformarla, logrando con ello, el cambio en el mundo.

En estas épocas de hardware y software, no debemos olvidar -si se permite la analogía gramatical- el humanware, ese componente vital sin el cual lo demás pierde sentido y significado.

Durante la sesión, se tuvo un momento en el cual se intercambiaron abrazos. Ese contacto humano energético y festivo,  transformó el ambiente que se vivía en la sesión, o el que vivimos en el trabajo. Esa interacción me permitió reflexionar sobre el poder mágico de un sencillo abrazo, el poder mágico que la suma de esfuerzos humanos pueden darle a una familia, organización o sociedad.

Si olvidamos lo humano, estamos condenados a vivir en una sociedad sin valores, una sociedad salvaje. El hombre como ser personal, creado a imagen y semejanza de Dios, tiene un sentido trascendente, no de animalidad, sino de una mágica humanidad transformadora, decidirnos a hacerlo requiere simplemente voluntad, ¿la tenemos?

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