martes, 10 de marzo de 2020

¿Sabes quién te guía?

Los días domingo y lunes recién pasados, fueron días que movieron a reflexión a algunos y dejaron en las mismas a otros.

Las marchas de protesta en defensa de los derechos y la vida de las mujeres y la actividad realizada para imaginar qué pasaría en un día sin ellas, son cuestiones que dan para el comentario, para la reflexión, siempre desde un punto de respeto y diálogo, no desde la descalificación, la burla o el insulto.

Afortunadamente, salvo algunas actividades lesivas del orden público en las marchas, la realidad es que transcurrieron como debía de ser, en santa paz, sin represión.

Por ahí he leído post que justifican los medios violentos: "destruyan todo", dicen algunas.  También señalan que los monumentos, las cosas y el mobiliario urbano, no pueden valer tanto como la vida de las que ya no están, ni valen la angustia y dolor de quienes han sido abusadas o acosadas, eso se los puedo conceder, aunque según la teoría feminista, no necesitan mi permiso o concesión. Eso es claro, no lo requieren.

El Dr. Basave en su Teoría del Estado (1955) ya hablaba de la legitimidad de las revoluciones, en este caso, la revolución feminista, tiene  legitimidad: luchan por una causa justa.  Las revoluciones son justas, siempre y cuando se tenga en claro por qué  se está luchando.

Por ahí leía un post que una amiga y  ex-colaboradora compartía, de que una doctora hacia la diferenciación entre el acto violento por sí, y aquel derivado de un justo reclamo. Igualmente le concedo la razón.   Lo que me queda de duda, o mi punto,  parte de la grave responsabilidad que tenemos los maestros, en lo que decimos y en lo que podemos influir en las mentes y almas a nuestro cuidado.

Una mente serena, una persona ecuánime, puede entender la justificación de la lucha, como algo lícito, necesario y de lo que hará uso sólo cuando sea propicio, con una finalidad y propósito específico.

Una mente alterada, alimentada por el odio, puede ponerse como meta acabar con el hetero patriarcado dominador, metiendo en el mismo costal a todos los hombres (los buenos, los malos y los que no dan color).

Imagina que se le puede ocurrir ir a una arena de box o a un estadio donde hay hombres (un hermano, un amigo, tu papá y muchas mujeres que también podrían estar ahí)  haciéndolo explotar, después se justificará que ya que han muerto miles de mujeres, unos cuantos miles de hombres (onvres, diría), no importarán.  No ha sido el caso, por supuesto, y pido a Dios que nunca suceda.

Me permito utilizar esos ejemplos tan burdos y extremos, ya que todo lo demás, quedaría en el área bajo la curva, acotado a esos límites.

Haciendo un ejercicio sencillo, tomando en cuenta el daño a monumentos,  mobiliario urbano y a los vidrios de algunos negocios.  Imagina que tú eres una empresaria o empresario, que pagas tus impuestos, sueldos justos, eres equitativa o equitativo con las mujeres,  y que en cada protesta (todos asumen que su protesta es justa), en nombre de una revolución justificada, dañan o incendian tu negocio, dicen quienes protestan: un vidrio se repone, el negocio se pinta, pero las vidas no regresan.

Muy cierto, pero la dueña o dueño del negocio ha sido buena persona, no fue quien las acosó, violentó o asesinó,  y tiene que estar erogando un dinero que no tendría por qué.  ¿Es bueno que paguen justos por pecadores? 

Ojo: no estoy en contra de que reivindiquen lo que cualquiera considera justo para su causa. Lo que no sé, es si todos los que protestan saben por lo que pelean.  Además, aunque mínimos, es claro que gente que no quiere o no entiende los movimientos sociales, se está aprovechando de éstos, para hacer de las suyas.

En el caso concreto del 8M y el paro del 9M, se entiende que el mensaje busca visibilizar la violencia machista, garantizar una vida libre de violencia hacia mujeres y niñas, y que se castigue debidamente a abusadores, acosadores y feminicidas.  Hasta ahí, todo bien, algunos entendimos el mensaje, y no de ayer.  Hay quienes tomaron conciencia hace mucho, hay quienes más recientemente, pero lo entendimos,

El problema de fondo, es que quienes acosan, quienes violentan, quienes asesinan, son -llamémosles así- gente mala, con sus circuitos dañados, y no habrá marcha o protesta que los haga desistir, en tanto el Estado (en todos sus niveles y órganos), no asuma plenamente sus responsabilidades y castigue lo que tenga que ser punible.

¿Cuál es la vía?  En algunas ya se trabaja, en otras falta mucho.

A mi parecer, las vías transitan por: formación temprana, educación escolar, gestión empresarial y gestión pública.

En principio, la formación temprana.  Previa incluso a quienes pretenden unirse a una vida en común, y más, a quienes pretendan ejercer la maternidad/paternidad biológica o adoptiva.  Empezar desde casa en el fomento de valores positivos, permeados de honestidad, respeto, tolerancia y equidad.

En segundo, la vía educativa.  Siendo que el 54% de la población, son mujeres, el 52% de matrícula universitaria es de mujeres también.  En mi experiencia personal, mis grupos de posgrado (maestría y doctorado), fácil han sido de un 85% mujeres y 15% de hombres. Mientras más educación, mejores posibilidades, pretendidamente un mejor criterio y muy deseablemente, una toma más racional de decisiones.  Quizá lo que haga falta en este punto son dos cosas: uno, más mujeres en la ciencia  y dos, fomentar la educación emocional.

En la gestión empresarial (siendo el mayor empleador en una sociedad capitalista), se hace necesario operar  sistemas de remuneración más equitativos, cerrar la brecha salarial en los casos que ésta no haya sido cerrada.  Si se supone que la ley dice que  a trabajo igual, salario igual, no deberíamos estar hablando ya de ésto.  Las cámaras empresariales podrían empezar a trabajar al respecto, diseñando modelos de compensación equitativos y con posibilidad de alcance, independientemente del género.   Además de lo anterior, podríamos ir hablando de legislar la acción afirmativa.

Es claro que nos tenemos que acostumbrar a ver a mujeres ingenieras (que de hecho conozco muchas),  electricistas y limpiadoras de ventanas en edificios altos, como ver a hombres en la costura, la cocina y como maestros de pre-escolar, sin filias ni fobias.

Por el lado de la gestión pública es reiterar lo que otros han dicho:  No hace falta hacer más leyes, con hacer funcionar debidamente las existentes, aplicando la perspectiva de género donde se precise, y  el mundo nos debería cambiar.

Esto no es una guerra de mujeres contra hombres, unidos pesamos, divididos nos debilitamos.  La cosa es de gente buena, contra gente nociva, como lo ha sido en diversas etapas de la humanidad.

No queremos ninguna asesinada, violentada, acosada o mal pagada en su trabajo, como tampoco queremos que asalten, acuchillen, cuelguen  y quemen gente.   La pérdida de personas  es para las familias muy doloroso, y más, cuando va seguido de la impunidad y la revictimización.

Amén de lo anterior, mi única sugerencia es que seamos más críticos ante lo que leemos en las redes.  Si alguien quiere unirse a la lucha de buenos contra malos, bienvenido.   Si alguien no quiere, dejémoslo de lado.  Ayer veía cómo satanizaban a unos estudiantes de preparatoria de la UDEM, porque no guardaron el día 9M, de la manera que las mujeres lo plantearon, otros criticaron a mujeres porque rompieron el paro y trabajaron o compraron.  Hay que tener respeto también a quienes no piensan como nosotros, ¿o pensar distinto nos vuelve enemigos?

Muchos las extrañamos, muchos ya teníamos la conciencia.  Con los otros, no tiene ni caso perder el tiempo.

La lucha es importante, solo debe quedar claro, a la luz de los valores de cada cual, si sabemos y estamos documentados con datos científicos, no con  opiniones subjetivas o datos sesgados, aquello por lo que luchamos, sea por las mujeres, los ancianos, las pensiones o lo electoral.

En una época donde abunda la información, tenemos oportunidad de leer diversas posturas y contrastarlas, pasarlas por el tamiz de nuestros valores, y darnos cuenta si quien nos guía es nuestro líder o una persona manipuladora, que ve por sus intereses, que trae su agenda oculta.

¿Sabes quién te guía?