lunes, 13 de enero de 2014

Ese sutil liderazgo #EscenariosTec

El liderazgo es una palabra tan maltratada, tan mal empleada, tan prostituida, y es convertida en una muleta para justificar toda serie de barbaridades cometidas en su nombre.

Por ahí se dice que no hay que dar tantos brincos estando el suelo tan parejo. El liderazgo es algo tan simple, que es motivo de hilaridad todo lo que se dedica queriendo explicarlo, estando su naturaleza frente a los ojos. Ya lo decía Exúpery: lo esencial es invisible para ellos.

Sin querer construir una definición -no soy la Real Academia-, podemos conceptualizar operativamente al liderazgo como la capacidad que tiene una persona de ser seguido y aceptado por otros como su líder, su guía, su maestro.

Si bien dentro de la empresa se impone jerárquicamente a un dirigente, el hecho de que esté al mando de una operación no lo convierte en líder.  Que una persona vaya por la vida con un libro de liderazgo tampoco lo convierte en ello.

Huelga decir que el líder es reconocido por los demás, uno no puede autonombrarse como tal. El liderazgo no se compra en la botica de la esquina, ni se construye con una mezcolanza de frases de Carnegie, Mandino, Cristo, Buda, Coelho, Obama y Clinton -por mencionar algunos-, que hay quien mezcla a todos para decirnos una frase dominguera diariamente.

Un líder es congruente, en su decir y su actuar, en su sentir y pensar, lo que está más que claro, es que un líder no puede maltratar a sus colaboradores, no les puede gritar, no puede ser autoritario  ni injusto con ellos. Hacerlo le convierte simplemente en un(a) reyezuelo(a), cuyo nombramiento le despertó al pequeño tirano que llevaba dentro. El liderazgo es sutil, apenas se siente, no requiere aspavientos para consolidarse.

Un líder tiene unidad de vida, es ecuánime, tiene ética y no tiene favoritos.

Cabe entonces preguntarnos: en nuestra gestión ¿somos líderes o fingimos serlo? Si respondiéramos con honestidad, más de uno se dará cuenta que es simplemente la persona a cargo, no un líder.

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